Hace un par de días fui invitado a dar una charla sobre meditación en una compañía cuyas oficinas se encuentran en uno de los rascacielos del centro de Oakland, con unas preciosas vistas sobre el Lago Merrit. Fue un charla informal para un pequeño grupo de ingenieros y secretarias que decidieron quedarse sin su descanso de media mañana para hacer algo diferente. Tratamos de modo distendido varios tópicos, y pensé que en esta nota podría escribir sobre ello.
La sociedad nos educa para producir, hacer, construir, fabricar, pero no nos enseña a descansar, relajarnos, desconectar, mucho menos transcender, porque algo así -discurren los bienpensantes- no solo no necesita ser educado sino que puede ser contraproducente. Craso error. No se puede ser eficiente en nuestra vida activa si no sabemos ser eficientes en nuestra vida pasiva, pues de esta nace la creatividad, la capacidad para regenerarnos y para transcender las limitaciones de nuestra mente racional y el ego que todo lo controla.
Somos muchísimo más de lo que ordinariamente pensamos que somos, pero nadie nos lo ha enseñado. Las religiones se han convertido en un reducto de tradiciones desconectadas de su verdadero significado y propósito. Rezamos a dioses externos con la esperanza de que nos ayuden, pero somos incapaces de mirar hacia nuestro interior para religar -el significado etimológico de religión- con los verdaderos principios que intuitivamente sabemos conducen hacia una vida más plena y feliz.
Vivimos tan ocupados con el trabajo, la familia y los entretenimientos que nunca encontramos tiempo para desconectar, para darnos un tiempo a nosotros mismos en el que no hacemos nada, lo que no significa convertirse en zombis frente a una pantalla, o dormir. Existen muchas maneras de desconectar la mente a la vez que permanecemos despiertos, y una de las más eficaces es meditar. ¿Por qué? Porque cuando dejamos el cuerpo inmóvil, lo único que se mueve es la mente, lo que nos da la oportunidad de estudiar su comportamiento.
Con cierta práctica, podemos descubrir y desarrollar una capacidad mental que todos tenemos y que es de vital importancia para llevar una vida más auténtica, y es la capacidad para desapegarnos de nuestros procesos mentales. No somos nuestros pensamientos. Esta afirmación, en una civilización construida sobre el “pienso luego existo” de Descartes, no deja de ser una provocación. Podríamos incluso decir que la meditación propone justo lo contrario: “pienso luego no existo”, porque el pensamiento no es más que un procesado de conceptos del que surge la sensación de un “yo” ficticio, ilusorio, que enmascara nuestra verdadera naturaleza.
Nuestra verdadera mente no está limitada a un cerebro y sus pensamientos, sino que se extiende sin límite y trasciende toda separación o discriminación espacial o temporal. La meditación es una herramienta que sirve para realizar el gran descubrimiento de todos los místicos de todas las tradiciones espirituales y de todos los tiempos. Alcanzar esta realización no es fácil, sin embargo es posible, y cada minuto que dedicamos a ello es el más precioso, porque el camino también cuenta. Es en el camino donde realmente aprendemos y tenemos la capacidad de implementar lo aprendido.
Terminado el descanso, cada uno volvió a sus quehaceres. Yo abandoné el rascacielos y me dirigí hacia el chinatown, teledirigido hacia el restaurante vietnamita en el que suelo comer cuando estoy en Oakland. Cutre donde los haya, sin pretensiones, sin música ambiental, solo comida deliciosa y barata servida por gente amable y sencilla.
Siempre termino con un refrescante vaso de tapioca con leche de coco. Si alguien me preguntase en ese momento a qué sabe la meditación contestaría que como ese postre… o como un vaso de agua fresca tomado del manantial de una montaña en una soleada tarde de verano. O eso quiero pensar, porque hay días en que sabe a aceite de ricino. Pero esto tal vez no debiera decirlo.
7 comentarios
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abril 17, 2011 a 4:43 pm
Alex
Mucho ánimo en ésta nueva aventura tan enriquecedora para todos.
abril 16, 2011 a 11:46 pm
Vegamadrid
gracias por compartir el vaso de agua…
abril 17, 2011 a 9:46 am
Manuel
…ya veo que no eres escrupuloso :)
abril 16, 2011 a 10:43 pm
Mari Nieves
Espero seguir leyendo mucho tiempo estas cosas tan interesantes que nos cuentas, procurare, intentare, hare lo posible por seguir algunos de tus consejos para llevar una vida más relajada, si es que se puede en esta sociedad que vivimos.
Un fuerte abrazo, tu prima que no te olvida y se alegra mucho de tener tan buenas noticias tuyas.
abril 17, 2011 a 9:44 am
Manuel
Gran parte de la idea de escribir sobre esto es para recordármelo a mí mismo. Yo soy el primero que me tengo que aplicar la cantinela. Un abrazo, y espero seguir leyendo tus comentarios, querida prima.
abril 15, 2011 a 3:56 pm
Neus
Gracias Manuel, por hacernos comprender que la vida se puede vivir de una forma más tranquila y relajada. Gracias por tus conocimientos y tu sabiduría. Un Blog muy interesante.
abril 9, 2011 a 12:29 am
Jnanananda
Muy de acuerdo contigo. La meditación con sus cualidades de desapego, y aceptación. No son cosas que motiva el ambiente que nos rodea. La meditación como sabes no es un proceso que solo se hace en pasividad se puede llevar a cualquier lado. Hasta en este momento cuando escribo observo mi interior y los pensamientos hacerlo. Pero me dejo fluir. Al detenerme solo hay silencio. Esto es por que la mente no tiene ninguna clase de expectativa de lo que escribo solo soy desapegado al fruto. Como esto pudiera ser útil aun capitalismo voraz en que la propaganda es que somos lo que tenemos y ganamos dependiendo de cuanto producimos.
Yo diría pienso y dejo de existir. Dejo de relacionarme con mis pensamientos y soy totalmente una con todo. Muy buen Blog.
Hari Om!